Ya me lo decía Sonia a eso de las 17.15 cuando ya disfrazado de ciclista y bajo la mirada flipante de Xavier (que se piensa que todos los ciclsitas que salen por la tele son su padre), están cayendo gotas, te vas a mojar. Me he querido convencer de que no me mojaría y me he ido en bici hasta el circuito para hacer un rodaje suave de recuperación de la paliza de ayer. He rodado un poco más de 30 kmts a 130 pulsaciones de media pero lo que no he podido evitar ha sido mojarme.
Y ya de vuelta para casa, calado hasta los huesos, es cuando me ha venido a la cabeza el título de esta entrada. Iba rodando entre los coches con agua por todos lados pero me sentía bien. Hubiera seguido mucho rato más de no ser porque mis hijos me esperaban en casa para baños y cenas... He empezado a pensar que es eso que llevamos dentro muchos deportistas de fondo no profesionales (ciclistas, atletas, triatletas, montañeros...) que llueva, truene, nieve, haga frío o calor salimos a entrenar. No nos importa madrugar o irse a dormir tarde. Es igual que haya trabajado toda la noche o todo el día. No perdonamos el entreno. Es una forma de vida. El deporte, el entreno, la salida, la competición, ese pico o esa ruta... nos hace felices. No nos quejamos de las horas de entreno, sino todo lo contrario: arañamos horas al reloj para entrenar más. En definitiva, estamos hechos de otra pasta.
Y para finalizar un poco de humor. Feliz semana:
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