Durante la semana voy deshojando la margarita de hacer la corta o la larga. La marcha corta el año pasado me supo a poco y en cambio la larga son 175 kmts. Al final me decido por hacer la larga con la tranquilidad de poderme parar en la llegada a mitad de camino ya que la ruta describe un "ocho" y te da lo posibilidad de cambiar de opinión antes de subir a Bracons si la cosa se pone fea.
Sin tener muchas ganas de dar a los pedales, me encuentro rodando camino de Olot en un gran pelotón de 3.000 unidades. Voy muy tranquilo siguiendo la estela de Juanmi e Isma y evitando meterme en cualquier "fregao". No quiero gastar energías innecesarias en el llano, ni castigar mis piernas. No me imperta el tiempo que hago, lo único que quiero es acabar la marcha larga. Antes de iniciar la subida al primer puerto del día ya he perdido a mis dos compañeros y me mentalizo para vivir una jornada en solitario. Poco antes de coronar empieza a chispear, presagio de lo que vendría minutos después. Paro unos segundos a repostar en el primer avituallamiento y cuando transito por St Pau de Segùries las gotas ya se han convertido en una fina capa de lluvia. Al paso por Sant Joan de les Abadesses ya no llueve, diluvia. Vamos empapados, me llama mucho la atención como el agua baja por mis piernas y va penetrando en las zapatillas. Es una sensación que nunca antes había vivido. El desanimo es general. Echo en falta el chubasquero que he dejado en el coche. Se desvanece la idea de hacer la larga. Lo único que quiero es llegar cuanto antes a St Esteve d'en Bas, secarme y meterme dentro del coche. Bajo el ritmo, escucho como alguien dice que vayamos alerta con la pintura de la carretera. Pasando de pelotones me pongo en paralelo con un veterano de St Cugat y vamos charlando y renegando hasta Ripoll. Empieza la subida a Canes y poco a poco disminuye la lluvia. Tengo buenas sensaciones subiendo. Paro en el segundo avituallamiento. Ya no llueve. Me encuentro con Albert y se me abre el cielo. Hablamos y decidimos ir juntos hasta Bracons y una vez arriba ya pensaremos que hacemos. Si bajamos de nuevo por donde hemos subido hasta la llegada o tiramos para Manlleu y completamos el recorrido largo. La bajada de Canes es larga, divertida, rápida y no tan peligrosa como anuncia la organización. Aún así hay que extremar las precauciones porque el asfalto todavía está algo mojado. Al llegar al llano aparece el viento que se hace insoportable pocos quilómetros antes de la bifurcación de las dos marchas. Transitamos unas 15 o 20 unidades y en el desvio nos quedamos solos Albert y yo. Pocos valientes se atreven a hacer la marcha larga. El frío y la lluvia pasan factura. Afrotamos la dura subida a Bracons con 90 kmts en las piernas y cada uno a su aire. Ya nos veremos arriba. Nada más empezar me pongo de pie y tengo amagos de rampas en los bastos. Tengo que hacer toda la subida sentado. Me llama la atención la cantidad de participantes que bajan de Bracons. Corono con una ligera ventaja sobre mi compañero. No las tengo todas conmigo pero animados por un amigo de la Nyckis de Albert que nos acompañará hasta el final decidimos seguir hacia delante. Es una decisión sin retorno. Si bajamos hasta Manlleu tenemos que volver a subir por Condreu para llegar meta. No me lo pienso mucho porque si no me hubiera dado la vuelta. Sin darme cuenta estoy bajando Bracons dirección Torelló y entoces pasó algo que marcaría el resto de mi recorrido. No llevaba ni cinco quilómetros de bajada que me dieron unas fortisimas rampas en ambas piernas (quadriceps, bastos, abductores...) Tuve que pararme literalmente del dolor, casi me caigo de la bici... De aquí en adelante las rampas se fueron sucediendo... Me sentía como un corderito que va al matadero. No sé como podría acabar. Aún me quedaban 70 kmts y la larga subida a Condreu. Tiré de fortaleza mental, de calculadora... de no pensar más allá que los próximos cinco quilómetros. Gracias a Albert y Josep que a pesar de decirles en más de una ocasión que tiraran me iban esperando. Y entre rampa y rampa, entre sorbo de isotónico y trozo de plátano nos plantamos en Manlleu. Ya "sólo" quedaba subir Condreu. Un puerto con poca pendiente pero largísimo. Transitaba sólo entre nubarrones amenazadores, había encontrado un ritmo lento pero que me permitía avanzar. Por delante, cada vez más lejos aún veía a Albert. Paso l'Esquirol, el cruce a Tavartet y sin prisa pero sin pausa me planto en Cantonigrós. No paro en el avituallamiento, llevo líquido y comida suficiente para llegar. Afronto la bajada corta para volver a subir antes de coronar Condreu. Me cogen por detrás Albert y Josep que han parado en el avituallamiento y vuelvo a contactar con ellos en Condreu. Afronto la bajada a tope hasta que una nueva rampa me vuelve a dejar en mi sitio. Da igual la marcha larga ya estoy en el bote. Solo queda acabar de bajar siguiendo la estela de Albert, un par de quilómetros de llano y la última rampa para entrar en meta. Suerte que en esta última subidita de 200 metros donde está ubicado el arco de llegada no me dio ninguna rampa. Satisfacción por el logro conseguido y sobre todo cócmo lo he conseguido. ¡A qué precio!
Tiempo invertido 7h 18'.
Pues vaya, que entren rampas subiendo aun, pero bajando...igual es por falta de elasticidad. Prueba a estirar bien para que tus musculos sean mas elasticos y flexibles.
ResponderEliminarUn buen entreno para la QH ehh.
Felicidades Paco! Valoro mucho tu esfuerzo! Un beso fuerte
ResponderEliminarSí señor, duro día pero de los que se graban a fuego. Probable que el frio y la lluvia te dejaran tocado, además de la tensión por el asfalto humedo, son cosas que van consumiendo energías y mermando poco a poco. Lo dicho, enhorabuena, tiraste del luchador que llevas dentro, ya formas parte de la épica del ciclismo.
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